martes, 26 de septiembre de 2017

Infernales hermanas de Barrabás


Las ruedas dentadas del infierno suelen ser silenciosas.
Alfileres que nos visten con trajes de envidia.
Clavadas en nuestra piel hiriendo nuestro coraje.
Tiempo de brisas secas que nos debilita.
Furtiva es la pena y llega a deshoras.
Llega a las horas del silencio.
Llega a los sueños.
Llega como pesadilla.
Manecillas de tiempo infernal.
Manecillas lentas que hacen muy largas las horas de las tragedias.
Tiempo en vela.
Tiempo de hacheros y velones.
Tiempo de velorios y comadres, hienas sanguinarias que asesinan palomas.
Arpías, que mientras cuentan cuentos, pasan negras cuentas de azabache, entre sus cortantes y afilados dedos.
Ellas, las santas, destruyen nidos y estigmatizan nidadas.
Ellas, las bienintencionadas, dan piquetitos a la carne tremula.
Ellas, las procesionadoras, vuelan en circulo avisando de donde está escondido el cadáver.
Oleoras, alcahuetas, tarascas, sádicas e infernales hermanas de Barrabás.

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