martes, 17 de marzo de 2020
Las manos
Las manos, las verdaderas artífices del progreso,
capaces de acariciar y de empuñar la venganza.
Las manos, tensión y brío,
que atan y desatan,
a las órdenes de un corazón victorioso o rendido.
Querer sonreír siempre, es una tragedia
Buscando morir seguimos viviendo,
malviviendo, penando.
Eternas etílicas noches sin placer.
Nada se puede lograr en la desesperación
de buscar fenecer.
Olas de ira y placebos,
de besos opiáceos,
de humo y luz de neón.
Buscando olvidar fijamos de modo indeleble los recuerdos,
con el fuego que nada purga,
con las lágrimas que abrasan nuestro rostro al rodar.
No creo en ti, ya no creo en mi.
Busco el dulzor de la eternidad
y mi perdición lo aleja de mi.
Busco las fisuras de la estafa que es vivir.
El infierno es recordar,
el cielo, que yo persigo, es el olvido.
Querer sonreír siempre, es una tragedia.
viernes, 13 de marzo de 2020
Coronavirus
Sentir que uno va a desaparecer, fuerza la valentía de contar las últimas horas, de relatar el encierro, la soledad de rendirse, de postrarse en la cama y esperan que a nuestro pecho lo inflame el último aliento.
Estoy solo, no tengo ni progenitores, ni descendencia, es el drama de ser homoxesual en la Lombardia. Nada tengo, poco voy a legar, a unos sobrinos que siempre me han visto como un ser extraño, como un tío raro, como un personaje al que nunca se entretuvieron en comprender, valorar y abordar.
Sé, que me queda poco, que la moderada y pertinaz fiebre oprime mi pecho. Sé, que debo permanecer en mi casa. Sé, que estoy contagiado y ya no hay vuelta atrás. Soy de los prescindibles, soy de los que ya no cuentan, soy de los que dan ruido y ya nada aportan.
Estamos en el siglo XXI y que pocas cosas han cambiado. La hora de la muerte, sigue estando ahí, es una espada de Damocles, que yo, ahora siento como roza mi frente, afilada, gelida, finiquitadora.
Ya no tengo fuerzas ni para toser. He puesto en bucle, Oda a la muerte de Mister Henry Purcell, de Jeremiah Clarke. Morir tiene su teatralidad, y puestos a elegir en este forzado encierro, quiero y debo permitírmela.
Ya nada es mío, ya no siento ni que mi aliento me pertenezca. Sólo siento como me diluyo por algo tan minusculo como un virus, algo tan pequeño y tan poco valorado por los que nos rigen, por mi. Mi último mal, un mal de muchos, de muchos viejos, esos que hemos construido los nuevos tiempos, pero que hoy, para la necia juventud, sobramos.
martes, 10 de marzo de 2020
Verbos lacerantes
¿Quién te puede querer? Le repetía diariamente, quien decía amarle.
Siempre sintió que no le amaban con su desmedido amor, con su admiración. Siempre sintió y le hicieron sentir, que su estela de desgracias, no era atractiva, que generaba lastima.
Hay trayectorias impuestas, no todo es una fácil elección, y él, no había decidido todo lo que le marcó y aconteció en su infancia.
- El amor es una zarza, en la que con placer te enredas. El amor es un zarzal, del que con mucho dolor, si puedes, te alejas.
Esto solía decir cuando analizaba su elección, el haber elegido quererle a él; el haberse dejado enredar por aquel tóxico amor, que vendía tan caras sus caricias, aquel amado de verbos urticantes, de lacerantes palabras.
¿Quien te puede querer a ti? Le decía cada mañana, quien decía amarle.
sábado, 7 de marzo de 2020
El tiempo finito no permite veleidades
Es imposible ser lo que no se es, amar lo que se aborrece. La eternidad no existe y el tiempo finito no permite veleidades. Nos parapetamos tras la coraza de la virilidad, esperando que tras ella se diluyan las emociones, el indómito amor, la pasión entre iguales. Somos la tragedia de lo que no asumimos, la aberrante obcecación por ser quien no somos, ni seremos. Es dulce la sangre de las conquistas, pero un reino no es sólo rendición, de un reino siempre esperas amor.
Desdeñar
La belleza no sólo debe ser contemplada, si es posible hay que asirla, raptarla y hacerla nuestra. Sin dominio, no hay conquista.
De qué sirve sentir. que es igual que tú, si tú, no le atraes, si tu atractivo no lo rinde.
La pasión es indómita, no obedece a razones, no está sujeta a ninguna regla, no complace al más insistente. Con demasiada frecuencia el más laureado no rinde nada más que vil metal y en su frío lecho de doradas proezas, no yace ningún pecho herido, ningún cálido amor.
Triste que la única existencia que vamos a disfrutar, sólo nos permita elegir y desdeñar una sola vez, sin vuelta atrás.
jueves, 5 de marzo de 2020
El éxito
La estulticia habita en los días felices, en el inexistente horizonte del necio. Quien ninguna meta persigue, ningún tormento padece. Los monstruos habitan en el jardín de la ambición.
Pensar produce desvelos, algo que no padece nunca el haragan. Muy claro lo tenía Balbina, buscar fortuna atrae muchos infortunios, ella, sabía de caídas y de cuervos enharinados; ella, conocía lo que es tener y perder, y volver a luchar y volver a tener. Todo lo que ella poseía, todo, lo había peleado con saña, pero aun así era criticada y envidiada por haber sudado a destajo su capital y su estatus.
Ninguna mujer había llegado tan lejos, a ser la presidenta de la cooperativa del aceite, hasta que ella lo fue. Sabía moverse entre hombre, sabía imponer su opinión, sabía pelear cuando tenía la razón, era un peón con porte y estatus de reina..
Solía decir Balbina, que el amor es un síntoma de debilidad, ella, nunca se había enamorado, o al menos nadie había oído que así fuera. Los caminos largos no permiten distracciones y ella no se habia distraido en nada, con nada, con nadie.
El exito tambien se cimenta sobre errores, sobre decisiones inamovibles que fueron una atroz equivocación. Y era ahora, cuando ella, lo sentía así. Decisiones imposibles de desandar.
Balbina, era una añosa reina virgen, que en su alcoba, echaba en falta un poco de calor.
El recuerdo
Siempre pensé en el fracaso, de modo obsesivo, para poder esquivarlo. No se puede amar y competir, el amor no es una insana competición.
La guerra, empieza mucho tiempo antes de haber sido declarada. A veces, muchas veces, nacemos para colisionar y soportamos estoicamente antes de la deflagración.
No es nuestra la tierra que pisamos, nada es nuestro, ni los efímeros disfrutes que buscamos legar y, con demasiada frecuencia, no sabemos a quién, porque no sabemos a quien realmente amamos.
Mi torpeza es hablar de "mañana", de un tiempo que no existe y para el que me empeño en guardar mil instantáneas.
¿Que es dar frutos? Si, en ese bello jardín de ensoñaciones, sólo paseas tu.
Languidezco solo, en la selva de proezas que nadie entiende. Fiebre, pasión, loco empeño, que me impele a atesorar pensamientos, colores, piedras, hojas, flores, miradas, con los que coser de modo indeleble los instantes para poderlos legar.
Realmente morir es, que nadie nos recuerde, que nuestra existencia deje de existir.
miércoles, 4 de marzo de 2020
Midiéndonos
Uno no es como es, uno es como se recuerda. Nunca somos una instantánea, somos una superposición de fragmentos vividos, de flashazos, de surcos existentes e inexistentes. Somos en nuestra mente todo lo que hemos perdido y ya nunca volverá. El fracaso siempre está referenciado, nos medimos tanto, que arruinamos nuestra felicidad, midiéndonos.
Silencio
Siempre imaginó, que el infierno era silencio, que los seres más bellos terminaban en el infierno, que el éxito en la tierra merecía ser castigado, en ese más allá lejano, con un atronador silencio.
Siempre imaginó, que su condena sería soportar el castigo de vivir en espacios vacíos, sin nada, con una hiriente y excesiva luz, con una luz que hiciera aflorar hasta sus más recónditos y discretos defectos. La verdad es insoportable, es poco favorecedora, no se presta a la imaginación. Su vida siempre fue barroca, más siempre era más y nunca era suficiente. No soportaba las paredes vacías, las estanterías vacías, los cajones vacíos, los días vacíos. El horror vacui era el leit motiv de su vida, de sus horas, de sus segundos. Era un córvido fascinado por el brillo de las bagatelas.
No soportaba el silencio, ese vacío angustiante que es estar sin algún ruidos, sin que vibren las palabras en el aire. Pensaba en voz alta, hablaba solo, y si no parloteaba, era la música la que aniquilaba el infierno de aquel desierto. "Vedrò con mio diletto" solía inundar su saturado estudio, su taller, repleto de las mil miradas, de sus muchachos, de sus príncipes, de sus enjoyadas damas. Su fascinación por Orlinski, era bárbara, se veía en el infierno con él, pero privado como martirio de su voz bellísima y mágica, privado de todo y martirizado por su muda belleza.
martes, 3 de marzo de 2020
Bajo su piel
Amar paga aranceles. El tributo por aparentar ser feliz, sólo aparentar, porque feliz nunca se es.
El infierno siempre estuvo bajo su piel, era ese infierno el que le erizaba el vello, el que le tensaba los músculos de la cara con aquella mueca de asombro y su ceja derecha arqueada.
Siempre supo, desde muy chiquito, que su piel mandaba, su piel respondía a los olores, mandaba al cerebro órdenes de imaginar sabores, ordenaba a sus manos buscar el contacto, buscar la caricia, tocar.
Él, sabía lo que era ser amado, o deseado, sabía lo que era amar, y el contrato plagado de letra pequeña que imponía amar, amar y atarse en exclusiva, algo contra lo que se revelaba el infierno que hervía bajo su piel.
Amar, verbo de conjugación complicada y terriblemente regular, verbo nada pecaminoso, nada del gusto de su caprichosa piel.
A pleno sol
Él, le enseñó lo que no debe ser el amor, le enseñó a sufrir. Con él, aprendió lo que eran los celos, a padecer la desconfianza, la inseguridad. Demasiado tiempo aguanto todo aquello, más de veinte años, y a pesar de todo estuvo a su lado, con muchas idas y venidas, con otros en medio, con el dolor encharcando, casi siempre, todo. Y como ocurre de modo inevitable en estas historias, un día abandonó aquel tren, menoscabado por tanta crítica, por tanto desprecio, por tanta comparación sin tino y que no venían ni a cuento.
Él, se lo enseñó todo, llegó a sus manos virgen y las abandonó mancillado.
Marino, a pesar de esto, nunca le guardo rencor, siempre sintió cierta lástima por él, por su incapacidad para ser feliz, para hacerle feliz, para no recelar de todo, para no medirse de modo constante, para no entender que ser amantes no es competir, que el amor nunca resta, que el amor de verdad, sólo sabe sumar.
Y llegó el día, que la última gota lleno el vaso, una gota estúpida, como muchas de las que precipitaron antes, una gota de celos, de envidia y cargada de la crítica ácida que te suele hacer quien bien no te sabe querer. Precipitó y colmató la coraza de la valentía, que se había ido formando al amparo de tanta tóxica caricia. Ocurrio, sin extridencias, a pleno sol, en la calle, sin palabras, sólo con una mirada de adiós, que dejaba claro, que había perdido con él, más de veinte años, pero que aunque se marchaba de vacío, ya no iba a volver.
lunes, 2 de marzo de 2020
Me gustaban sus besos
Le gustaba besarme, nos besábamos, nos pasábamos el cigarrillo, proyectábamos y disfrutábamos de nuestra tersura. Nunca fue a más, no le poníamos nombre, teníamos el corazón por fuera del pecho.
Hoy me arrepiento, de haber dejado escapar todo lo complejo, de no haber apurado más aquellos segundos a solas, quietos, serenos. Cómo empezó se acabo, sin ruido, sin quererlo. Lo que pasó entre nosotros nunca tuvo nombre, nunca lo necesito.
Le gustaba besarme. Me gustaban sus besos.
domingo, 1 de marzo de 2020
Detonao, con los ojos revolaos
La noche es incierta, es una trampa, es un refugio, es una fiesta.
No hay mejor forma de esconderse que entre el ruido y la vorágine de rarezas.
Todo el mundo es perverso en la noche, todos iguales y uniformados por el vicio.
Sonaba a toda mecha entre flashazos estroboscópicos:
- Detonao, detonao, detonao, con los ojos revolaos.
Así, uno no piensa, hace una pausa en la comedera de coco que es el día.
La noche fascina, en su travestismo, en su libertinaje, en sus miradas de lupanar.
Lorenzo, se escondía en aquella trampa, de medias verdades, de medias mentiras.
Era fácil hacer, después de unos tiros, después de unas caladas, después de unas copas. Sin aquel catalizador no era nadie, no había valentía, no existía el coraje de ser, de hacer aflorar la sumergida verdad que le permitía vivir sus amores estroboscópicos que se desvanecían al amanecer.
Complicado
Complicado es el rol de víctima.
Complicado es el rol de victimario.
La cobardía siempre la deciden dos.
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