miércoles, 4 de marzo de 2020
Silencio
Siempre imaginó, que el infierno era silencio, que los seres más bellos terminaban en el infierno, que el éxito en la tierra merecía ser castigado, en ese más allá lejano, con un atronador silencio.
Siempre imaginó, que su condena sería soportar el castigo de vivir en espacios vacíos, sin nada, con una hiriente y excesiva luz, con una luz que hiciera aflorar hasta sus más recónditos y discretos defectos. La verdad es insoportable, es poco favorecedora, no se presta a la imaginación. Su vida siempre fue barroca, más siempre era más y nunca era suficiente. No soportaba las paredes vacías, las estanterías vacías, los cajones vacíos, los días vacíos. El horror vacui era el leit motiv de su vida, de sus horas, de sus segundos. Era un córvido fascinado por el brillo de las bagatelas.
No soportaba el silencio, ese vacío angustiante que es estar sin algún ruidos, sin que vibren las palabras en el aire. Pensaba en voz alta, hablaba solo, y si no parloteaba, era la música la que aniquilaba el infierno de aquel desierto. "Vedrò con mio diletto" solía inundar su saturado estudio, su taller, repleto de las mil miradas, de sus muchachos, de sus príncipes, de sus enjoyadas damas. Su fascinación por Orlinski, era bárbara, se veía en el infierno con él, pero privado como martirio de su voz bellísima y mágica, privado de todo y martirizado por su muda belleza.
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