martes, 19 de enero de 2021

Muere la piel


Muere la piel 
que nadie acaricia.
Muere el azul 
en la noche.
Y la suave brisa 
se pierde 
en el huracán.
No soy de nadie, 
y sólo me debo 
a la limosna 
de un febril beso.
La templanza 
me pierde 
en este transcurrir tranquilo, 
que es esta meandrinosa calma, 
de aguas sin bravura.
Hace mucho tiempo 
que no se pierden 
mis dedos 
en la negrura 
del bosque 
de tu pecho. 
Hace mucho tiempo
que mis yemas
no recorren 
la desordenada caligrafía 
de tu piel,
garabatos azules, 
palabras cripticas 
de tu cólera, 
de tus filias, 
de tus fobias.
Hace mucho tiempo
que mi palma
no busca
la serpiente 
que se enrosca 
al calor 
de tu bajo vientre.

Hago aros de humo
mientras suspiro por ti.
 

sábado, 16 de enero de 2021

Fina e intrascendente


Todo no puede ser elevado, trascendente, importante.
La felicidad es muy prosaica, es una lluvia fina e intrascendente, que nos empapa sin darnos cuenta y nos fortalece para afrontar traspiés.

Busco


Busco en los precipicios de la altitud, 
el aire cálido que asciende del frescor del llano.
Busco en el vértigo la bravura domeñada.
Asciendo en la cumbre de aire purísimo
añorando el verde intenso de la hierva del llano.
Asciendo para rodar, así son las cúspides, 
rozar el cielo para después dejarse caer.
Caer en la eternidad del olvido, 
del reposo eterno bajo la fresca tierra del llano.

Mi palma abierta


Busco 
con mi palma abierta 
su pecho, 
busco 
el martirio 
de su corazón, 
busco 
sentir su galope 
y sincronizar 
mi pecho 
en unísono trote.
Mi palma 
busca 
acariciar 
el corcel 
desbocado 
encerrado 
en la cárcel 
de su pecho, 
el corcel 
que brama 
al unísono, 
que galopa 
ya hermanado 
al mío.
Es mi mano, 
el auriga, 
de los dos corceles. 
Es mi palma 
la que mece 
la partitura 
de una música 
tan sacra.

Desvalimiento


Es su desvalimiento 
lo que me atrae, 
su delgadez, 
su descuido, 
esa extraña sonrisa 
en la que sus ojos 
no sonríen. 
Seguramente es más fuerte 
de lo que trasmite 
su fachada de fragilidad, 
está más curtido, 
domado por la vida. 
Hay vidas muy cortas, 
que son muy intensas.
Hay intensidades 
que atraviesan cables muy finos, 
y los abrasan 
para siempre, 
Con esa intensidad
me atrae
su desvalimiento,
su altura, 
la gelidez 
de su aún, 
inexplorada testa.

lunes, 11 de enero de 2021

El denso follaje


El deseo es lineal, pero la hipocresía fuerza, a esta embalsada furia, a transcurrir por cauces meandrinosos. 
De este modo en los recodos, en los trayectos abandonados, en las curvas angostas, es donde el placer se desinhibe, se libera y desordena, en una torrencialidad y urgencia que no necesita palabras, solo mugidos e indicaciones bravas. 
Despertar a este oculto cosmos, requiere dominar unos códigos, practicar unas reglas, asimilar las leyes de esa trastienda de sexo rápido a la luz de la luna. 
Traspasado el umbral iniciático, uno, ya forma parte de este martirologio, uno, entra en la asamblea, en la grey de los proscritos, de los seguidores del culto a los placeres prohibidos, de la culebrina ansia, del fuego que crepita en las entrañas buscando la sombra, el follaje denso, el mullido lecho de hojarasca.  
Mistérica religión es amar iguales y no querer reconocer que los amas.
 

Se desdibuja el lomo de la tierra que nos cubre


El tiempo engulle recuerdos, 
devora memorias, 
esparce olvido.
Son sólo las obras 
diseminadas por nuestra existencia 
las que sobreviven algo más.
Loco empeño 
es querer preservar 
de la carcoma los legados, 
de la frágil memoria de los afectos, 
que con presteza 
se recomponen de nuestra ausencia 
y rinden jactanciosa cuenta 
de nuestros pequeños tesoros.
Se pierde el camino, 
se desdibuja 
el lomo de la tierra 
que nos cubre 
y una vez enrasado 
el terreno, 
ya para nadie existimos, 
ni las letras sobre el mármol, 
fijan eternamente nuestro nombre, 
ni los dígitos 
de nuestro corriente óbito. 
Partimos de este mundo 
para desaparecer, 
para ser sólo 
grano de arena sin nombre 
en la enorme playa 
del olvido.

Príncipe de mis tinieblas


Es muy fácil hacer locuras 
cuando nos anega y encharca el amor.
Mece la pasión 
mil desvaríos 
y fuerza a transitar 
ignotos caminos.
Empapados del brío 
que da tan loco empeño, 
cruzamos abismos 
y rodamos por precipicios, 
recomponiéndonos a la fatalidad
con un solo y único suspiro.
Dime, 
Príncipe de mis tinieblas, 
que me amas 
y supeditare toda mi existencia 
a tu amor.


Gemidos diligentes




Si se desencadenara 
la tormenta 
que ansían mis brazos 
sería feliz.
Es tormento la soledad, 
no tener un hombro amante, 
unos brazos envolvente, 
un corazón que crepita desbocado, 
unos labios suaves que balbucean gemidos diligentes. 
Quisiera oír: 
TE QUERRÉ SIEMPRE.

domingo, 10 de enero de 2021

Como manto negro de Parca



Y llegó la noche cerrada 
sin titilar de estrellas,
como manto negro de Parca.
La luna se ha escondido 
en la oscura borrasca.
Y el frío que me entumece 
no puede ni saludarla.
Maúlla la gata encelo 
desesperada en la escarcha.
Y mis tres fieles centinelas, 
corretean en las tinieblas, 
pensando que pueden pillarla. 
Me recorre culebrina la desdicha, 
en esta noche tan parca.

Blogs abandonados y a la deriva


Entrar en algunos blogs, es como entrar en un barco pirata, repleto de tesoros, que surca los mares virtuales, sin que ya nadie lo guie y capitanee. Son barcos fantasmas en los que te adentras recorriendo con minuciosidad todas sus cámaras y recamaras. Camarotes en los que con urgencia heredipeta abres cajones y buscas febrilmente las alhajas. Y ebrio en esa soledad en la que husmeas las pertenencias del otro y te apropias y empapas de su ignota valía, te sientes rey de ese navío que surca los mares. Navío en el que hace mucho tiempo su desaparecido capitán ya nada escribe en el cuaderno de bitácora. Y con loco empeño buscas saber de ese 89 % de iceberg a la deriva que no ves, de esa enorme isla de soledad que como paraíso abandonado recoge náufragos como tú. Buscas saber el porqué de ese 11% que emerge y en el que tu te reconfortas y guareces. Este navío es una isla como tú y eso te hace sentir menos solo, menos vulnerable.

Mis dedos torpes


Están torpes mis dedos,
caminan lentos.
Y las letras no desfilan marciales 
y se alborotan mis pensamientos.
Entumecido estoy, 
cautivo de una escarcha 
que todo lo coloniza.
Frías palabras de frío invierno.
Es mi afán por retratar 
cotidianos instantes,
ráfagas de volátiles pensamientos,
es mi afán el que me fuerza 
a a organizar este desfice 
de marcialidad incierta.
Se despereza el sol, 
que aún no calienta, 
resquebrajado por las siluetas negras 
de los desnudos robles 
de esta mañana de torpezas.




sábado, 9 de enero de 2021

Costas romas


Lacera la arena mi brío 
y su sal me desbrava.
Soy ya costa roma, 
en mis playas ya nada encalla.
Ni piratas, 
ni arrogantes capitanes 
de navíos belicosos.
Ni se escuchan ya 
los sirénidos cantos 
que hacían enloquecer a los marineros.
Sin filo y sin poder, 
sin puerto, ni bahía.
Casa sin abierta 
que ya sólo aire 
y olvido encierra.

Alturas


No soy de saltos mortales.
Soy de peldaños, 
no soy de metas gélidas y altivas.
Soy de pasos pequeños sin gloria.
No habita mi ansia en las estrellas.
Si la cumbre me llegara, 
me llegará tras cruzar el llano.
No persigo la meta que se pierde en las alturas 
y es difícil de ver.


Filomena, la muy amada


Casi nieva en mis manos.
Casi cuaja la blancura 
en mis curtidas palmas.
Queriendo apresar 
la delicadeza de los cristales 
que caen del cielo, 
he tropezado.
Cuando uno mira
 muy alto y se embelesa 
con lo níveo, 
pierde el paso.
Casi nieva en mi patio, 
en esa minúscula parcela 
de mundo que me pertenece, 
que creo que es mía.
Casi siento 
el gélido dulzor 
de las estrellas heladas 
que esta borrasca 
de nombre bellísimo 
nos regala.
Filomena, 
la muy amada, 
nos trajo la escarcha, 
nos trajo la blancura 
que desdibuja 
la maldad del valle.