viernes, 1 de mayo de 2020
Pareidolias
Chocan los pedernales y en la colisión saltan chispas.
Amor inter pares, que arrasa con su crepitar, campiñas.
En la fiebre por legar, buscamos iguales.
Buscamos compañeros de patíbulo y de feria.
Marginales portentos, desechados por estar fuera de serie.
Loco empeño, que alimenta las mareas, la pleamar de los sueños.
La vida mancha, pero pero al magnánimo, la vida lo mancha con pareidolias.
Caliche, moho, virados sepias, que sólo sabe leer el iniciado.
Abrí la puerta al mar
El rojo purpúreo brota de mi pecho,
tras la cercana lanzada.
Abrí la puerta al mar,
y fue mi confianza,
la que propició el golpe.
Caprichos troyanos,
que a quemarropa,
abren en canal al amante.
Por el mero capricho,
de ver como late desaforado,
su corazón herido.
jueves, 30 de abril de 2020
Israel
Israel, de frío mármol,
sentir bajo mis plantas.
la tierra prometida yo quisiera.
Porque la fatiga de vivir es grande,
como grande es la pelea,
contra el mundo que asolan los mediocres.
Cansado estoy de líneas,
para retratar intrascendencias.
Como la mar busca la arena,
así mi alma busca el reposo,
del hombro del igual en tormentos y en maneras.
Palabra desterrada
No soporto el peso, de la plumbea nada.
La mano ausente que me provoca tanta infelicidad.
No soporto el azul, de tu perfidia.
La mano amiga y ausente que me produce inseguridad.
No soporto las horas de encierro, con la algarabía del intrascendente.
Ahogo el llanto, con las palabras iracundas, que desfilan marciales a la estéril guerra.
Necesidad, palabra desterrada, porque ya no sé amar.
En mis manos ya no habita la piedad.
Aire entre líneas
Es el aire,
el que más conmueve,
porque en las pausas,
es donde se desahoga el alma
y aspira la inefable condición,
de las líneas mortales.
No hay víctimas,
en los derroteros de las partidas,
porque el gusto es compartido,
como compartida,
es la transparente sangre.
Inhumano,
como la tierra calcinada.
Humano,
como el plomo de tu mirada.
Yerma es mi casa,
Ametrallada mi alma.
Sólo,
leo entre línea.
Sólo,
saboreo ausencias.
Este caleidoscopio tuyo, que ya también es mío
Que maravilloso es tener un harén tan diligente, de esclavas tan bellas y solicitas, de putas tan elegantes y complacientes, que alivian todas mis fobias y mis filias.
Porque las palabras con su solvencia y su marcialidad, no sólo dan placer, sino que evitan y alivian el dolor. Ya sea con la lengua o con la pluma, me liberan de la cárcel de estos días, y de la cárcel de los modales convenientes, pues con sus dobles filos y vertientes, me permiten bordear lo más vil y lo más sublime, el acantilado del vértigo de lo proscrito y amoral.
Mis palabras, tus palabras, son ángeles malcriados, que sirven al cielo y al infierno, a dos señores antagónicos y rivales, a los que elevan y hunden a su antojo.
Palabras que desnudan y descarnan, y que seguirán vibrando en el aire, cuando nuestro cuerpo y mortaja, sean pastos de las alimañas en el oscuro pudridero.
Gusto de profanar palabras, en este mundo de precintos y etiquetas, de batallar con los gemidos, los hipocorísticos y las blasfemias.
Palabras, sin sexo como los ángeles, que vuelan y caen como tóxicas mariposas de colores, en ese caleidoscopio tuyo, que ya también es mío.
miércoles, 29 de abril de 2020
Santos marginales
No es altura, la que busco para tocar el cielo.
El cielo, con demasiada frecuencia, no está tan elevado.
Hay cielos tan marginales, que son divinos, de rasantes.
No es elevada la fresa, pues es rastrera, pero jugosa.
Almíbar de mil flores, que no crecen en las alturas.
No busco alambicadas proezas, ni circense galantería.
Sólo persigo el gorjeo del ave sencilla, sin rico plumaje.
Porque me distrae en esceso, la barroca melodía del intrascendente.
Su almizclado ser de impostura.
No gusto de la tonificada tensión, sino de la nata tersura.
Detesto da forzada galanura, y el aire forzado de la mueca estudiada.
Que poca claridad tiene, quien fácilmente promete.
Que poco predicamento, quien no discrimina.
De poca parroquia me gusta el convite.
Sólo rezo a los Santos marginales, a los que devora el polvo.
Pido a quien se que me va a dar, porque su abandono es mi suerte.
Y su falta de clientes, mi feliz destino.
El rayo fulmina
El sueño y el amor son similares.
Ambos se empapan de fantasía.
El amor idealiza,
y el sueño persigue ideales.
Falaz es la prosaica tierra,
que habitan los mortales.
Y carcelera la desidia del humano,
que no corre tras la centella,
que ilumina instantes inolvidables.
Sin ti ¿Qué sería mi partida?
Yo dueño de todas las torres,
sería solitario Rey.
Te necesito para mi victoria.
Pues no hay éxito sin rivales.
No busco a cualquiera.
Sólo me derrocho y busco,
fieras iguales, en mañas y maneras.
El amor no es corriente.
El amor fulmina.
Calcina el comedimiento,
y al corcel que está engrilletado,
lo libera y desembrida.
Mi tormenta
La indecisión.
Es el aprisco del infierno.
Es la alta tapia, que nos encarcela.
¿De qué sirve el brío?
Si tu comedimiento, lo amansa.
No temo al mundo.
Temo tu pereza.
Ese querer ser y encajar.
Ese imposible nuestro.
Porque la luz, no encaja.
La luz, sólo desborda.
Y en brutal e iracunda riada, inunda, baña.
Israel, solar maldito.
De altas e inaccesibles tapias.
Mi tormenta, no tiene nombre.
Pero bien podría llamarse, Israel.
lunes, 27 de abril de 2020
Lvis
Descuidadamente elegante.
Descuidadamente sublime.
Descuidadamente distante.
Torturadóramente inaccesible.
En la torre había un nido.
En el nido un pájaro.
Y en mis sueños pueriles.
Habita el anhelo.
De echarte el lazo.
Luis
Puro e incorrupto decoro.
De labios que silban y brillan.
De ojos que miran y acribillan.
Decoro es la rima, que surca tu abismo.
Sitiada ciudadela, que no rinde mi instinto.
Tus colores son pájaros, que vuelan en círculos.
No sabe la razón, embridar mi furia.
Y mi furia, que sabe, a ti te busca.
En abril, había una feria.
En la primavera, había mil flores.
En tu cascabelera sonrisa, mis mil temores.
De labios que silban y brillan.
De ojos que miran y acribillan.
Decoro es la rima, que surca tu abismo.
Sitiada ciudadela, que no rinde mi instinto.
Tus colores son pájaros, que vuelan en círculos.
No sabe la razón, embridar mi furia.
Y mi furia, que sabe, a ti te busca.
En abril, había una feria.
En la primavera, había mil flores.
En tu cascabelera sonrisa, mis mil temores.
Torre de palomares
Me gusta como empalagas todos mis instantes.
Como el almíbar de tu silencio confunde mis horas.
Salmos de desconfianzas, regados por la Parca.
Todos somos mayores y estamos perdidos,
en la soledad de esta maldita vejez.
No me rinde la vida, me rinden las decepciones.
Barro reseco, sobre el que no se puede reescribir.
Te conozco sin conocerte, y en el desconocerte te reconozco.
Torre de palomas sin mensajes.
Torre, donde en los palomare fenecen los sueños, sin haber nacido.
Nadie llama a mi puerta, cerrada porque no quiero que llegue la Parca.
sábado, 25 de abril de 2020
Mil vidas
Ser mil vidas y sin dejar de ser ninguna.
Eso es escribir, vivir mil vidas.
Padecer las contradicciones de sólo poder vivir una.
Hasta lo más sencillo, es harto complicado.
miércoles, 22 de abril de 2020
Al final del pasillo
Al final del pasillo, le dijo, y colgó.
Cuando la necesidad aprieta, uno busca cauces para aliviar la tragedia. Días iguales, entre las cuatro paredes de su alcoba. Días, solo, delante del ordenador, consultando el móvil. El ambiente en la casa era irrespirable, demasiada tensión, mucha necesidad, mucho brío embalsado. Tras aquellas redes, un torso sin rostro le invitaba a pecar, a romper el confinamiento. La cámara enfocó su entrepierna y tras los mugidos y los monosílabos, le pasó el teléfono y llamó. Avenida Cabrera Infante, nº 32, tercer piso, puerta A, al final del pasillo.
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