jueves, 30 de abril de 2020

Este caleidoscopio tuyo, que ya también es mío


Que maravilloso es tener un harén tan diligente, de esclavas tan bellas y solicitas, de putas tan elegantes y complacientes, que alivian todas mis fobias y mis filias.
Porque las palabras con su solvencia y su marcialidad, no sólo dan placer, sino que evitan y alivian el dolor. Ya sea con la lengua o con la pluma, me liberan de la cárcel de estos días, y de la cárcel de los modales convenientes, pues con sus dobles filos y vertientes, me permiten bordear lo más vil y lo más sublime, el acantilado del vértigo de lo proscrito y amoral.
Mis palabras, tus palabras, son ángeles malcriados, que sirven al cielo y al infierno, a dos señores antagónicos y rivales, a los que elevan y hunden a su antojo.
Palabras que desnudan y descarnan, y que seguirán vibrando en el aire, cuando nuestro cuerpo y mortaja, sean pastos de las alimañas en el oscuro pudridero.
Gusto de profanar palabras, en este mundo de precintos y etiquetas, de batallar con los gemidos, los hipocorísticos y las blasfemias.
Palabras, sin sexo como los ángeles, que vuelan y caen como tóxicas mariposas de colores, en ese caleidoscopio tuyo, que ya también es mío.

2 comentarios:

  1. Así da gusto ser víctima de un Ángel. Gracias por permanecer entre mis líneas de aire y por hacerme los crepúsculos mucho menos inefables con tu condición humana e inhumana, pues ambas, me conmueven.

    ResponderEliminar
  2. Es el aire el que más conmueve, porque en las pausas es donde se desahoga el alma y aspira la inefable condición de las líneas mortales. No hay víctimas en los derroteros de las partidas, porque el gusto es compartido, como compartida es la transparente sangre.

    ResponderEliminar