martes, 5 de septiembre de 2017

Futuro de bajeza y ruina


Atronador es el olvido, cuando doblan las campanas.
Se impregna el abandono, con el tañer de la torre.
Corre entre los robles, la risa burlona de la espadaña.
Mañana ya llegó y con él, se desvanece el recuerdo.
Se desvanece el bullicio.
Uno menos, casi ya no hay almas.
Es el desalmado progreso, la velocidad y su molicie.
Ya nada se labra, pero la vida rotura y renueva la fronda y a los vivos.
Primeras filas que nada abarcan y se pierden en un ritmo que les es ajeno.
Extrañeza, de extraños que van perdiendo comba.
Desclasado y desarraigados en los nuevos arrabales arraigan.
Vicios de marginalidad y de marginados por las aventadas migajas.
Valle que se deshorma y retorna a un paisaje virge, herido por el sarpullido del avispado foraneo.
Por el nuevo parásito, que arriba a una sierra, que expulsa el mérito y el acervo.
Y abraza al arrabalero que atufado de vinazo y marihuana, vende que el prometedor futuro.
Futuro de bajeza y ruina, de liendres y zahinidad.
Atronador es el olvido y rápidamente olvida el ladrón que su fortuna la robo.
Terribilidad que deviene en patetica y decrépita osamenta.

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