Cuando yo empece a frecuentar a Doña Peregrina Lemos Martín, yo tenia 14 años, la descubrí haciéndole una entrevista para el periódico del Seminario.
Era una mujer exquisita, y digo era porque imagino que habrá muerto. Cuando yo la conocí Doña Peregrina tenia 83 años, y ha pasado ya mucho, mucho tiempo y es imposible vivir tanto.
Era una mujer bella y frágil. Su marido Don Manuel Escribano era pintor, por eso me fascine tanto por ella.
Después de la visita la seguí frecuentando, y puedo asegurar que nos hicimos amigos.
Me fascinaban los cuadros, su porte, su pequinés, su criada Ana María, su casa y sus ceremoniosas y elegantes rutinas.
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