El trastorno es un bullicioso enjambre, que no atonta ni el humo.
Los valientes duermen solos.
Viven solos, sin soportar el parásito celo que nubla sentimientos.
Cultos sardanápalos que se inmolan con sus tesoros en este inculto invierno.
Sitiados por la zafiedad y sin espíritu belicoso solo la pira nos redimirá.
Atesorar para ante el desprecio, reducir a cenizas las palabras de bálsamo y paz.
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