lunes, 1 de junio de 2020

La rebeldía


La rebeldía, no es un estanque.
La rebeldía. es un encabritado mar,
no es calma lo que subyace tras la creatividad 
y ese afán por ir contra la imperante corriente. 
Es tan grande el miedo a ser corriente, 
que con demasiada frecuencia atenaza.
La rebeldía no es un estado perenne, 
uno necesita descansar 
y en ese descanso 
uno se deja llevar 
por el cauce de la convención. 
Los afectos nos ahorman 
y son ellos, los que más nos amputan las alas, 
volar es una proeza 
y es imposible volar 
sin aborrecer. 
Para crear, uno tiene que morder salvajemente 
la mano que lo doma, amansa y acaricia. 
Siempre son necesarias las pastillas, 
muletas que nada demandan, 
que van de nuestra mano a la boca 
y vuelven de la cabeza a la mano, 
tras apaciguar la destructiva furia.

domingo, 31 de mayo de 2020

Terrosos relámpagos



Tiempo de pámpanos.
Tiempo de luz.
Tiempos áridos.
De zánganos y laboriosas.
De terrosos relámpagos.
De tormentas de agónico mayo.

Tras olvidar



Tiempos dramáticos.
En la estroboscópica 

teatralidad del relámpago.
Peligroso es el olvido.

Peligrosa es la selva tras olvidar.

sábado, 30 de mayo de 2020

Rodar


Adoro el verbo rodar y todo lo que entraña, habla de no resistirse y dejarse domar, por una corriente que no es nuestra. pero que asumimos como inevitable y dramático cauce.
No quisiera rodar, pero ruedo, confundida entre una multitud de cantos como yo, que el agua y el áspero lecho van ahormando. 
Soy el producto de mi falta de rebeldía, o de una rebeldía que se deja llevar, de una rebeldía que no crea cauce, sino que se encauza en el vial establecido por esta sociedad para protestar.
Siento que ya no soy nadie, que me he diluido en este estanque infecto, en este acomodado paraíso de putrefacción.
Adoro el verbo rodar, porque es cómodo, porque es un acto sin premeditación.
Necesito pastillas para dormir, porque ser convencional me frustra, pero no tengo fuerzas para oponerme a nada. 

viernes, 29 de mayo de 2020

Mariela


Mariela, siempre buscó y encontró el placer en las barracas de la noche, en los cuartos donde vivían hacinados los negros de la hacienda de su padre. Desde pequeñita le gustaba refugiarse allí, a pesar de las broncas de su institutriz. Tenía querencia a aquellas manos enormes y negras, que no manchaban su cuerpo níveo e indómito. Le gustaba adentrarse en aquella penumbra de olor acre, penumbra de cuerpos que descansaban rozándose, pegados unos a otros en la oscura noche.
Mariela Albarran de Mendieta y Solorzano de Trevejo, era la única hija de aquel amañado casamiento, era la heredera de la hacienda y el título, de un linaje alambicado y esteril, de abortos, desamor y muertes prematuras. Marquesa de Peña Brava, Grande de España, y amante de recios negros.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Son jineteras


Son jineteras, pero no lo saben.
Odres de manteca que no doma la faja.
Son jineteras, pero nadie lo sabe.
Crecidas, en este valle de hombres desbravados.
Son insomnes envidiosas, que se florean en los velorios.
Son chandaleras, mondongas embutidas en mallas de lycra.
Os conocerán, por vuestros delatores labios, que relatan la calentura de vuestras miserias.
Son jineteras, y sólo yo lo sé.
Varadas en las puertas, sorbiendo brebajes, como loros almizclados en una zorrera.
Son jineteras, y Dios también lo sabe.
Mondongas que compiten, mientras se derriten sus chinos afeites, en las siestas largas, en los caminos a la era, en los sofocos de primíparas añosas.
Son jineteras, crecidas en este tóxico valle.
Nacidas en la calentura. que ansía la estridencia de un star, asido por alfileres, de la caja tonta.
Crecidas lustrosas, que se ponen a dieta. mientras comen pan pringao.
Crecidas, al amparo de una selva de zánganos.
Crecidas, sin Reina.
Sin labor, ni oficio, o con el único oficio de oxear moscas, en los tórridos mataderos, en las usurpadas primeras filas.
Hijas de las filias, defensoras de las fobias.
Adoradoras del tocino de Satán.
Son jineteras, amoratas y macilentas.
Son jineteras, que se pavonean con sus chonis marcas.
Son jineteras del chancro y la almorrana.
Son rasante zafiedad.
Puiton, Bumberrys, Andidas, Lancos, H.de P.
La miseria, no es consciente de su rastrera miseria, si asesina la referencia.
Aves de corral, gallinazos.
Escarbais en los despojos del Santo libérrimo.
Asesinas de ángeles. tronos y dominaciones.
Ya no hay hombres, y son jineteras.
El circo, ya no necesita carpa.
Chinchorreras, chafarderas, rubias de potasa.
Cacatuas lustrosas, que no se van, aunque tienen abierta la jaula.
Son jineteras, en este estanque de brillos orinados y atroz endogamia.
El Verbo, no habita en vuestras casas, aunque vosotras, matáis con vuestros verbos envenenados.


Me lastima


Me lastima el alba.
Con su luz rasante,
que despierta cóleras.
Y pierdo el pardo,
coraza de las sombras.
Me lastima la claridad.
Que hace aflorar.
mil cacarañas.
Me lastima el sol.
Y sus blancos níveos.
Referencia atroz,
de mis noches negras.

lunes, 25 de mayo de 2020

Pedernal furioso


Mi corazón, pederna furioso,
de insolente brio se desboca.
Y como soberbia roca,
que indómita se encabrita,
Hiere y destroza mi carcelero pecho.
En el aire flota mi esclavitud,
el tirano aroma de tu pelo.
El rayo de azul cenagoso.
Tu verbo, tormento de mi aliento.
A salvo me creía yo, a mis años,
de esta pueril contienda.
Mas sitiado está mi castillo roqueño,
y herida de muerte mi hacienda.
Vago con desesperación añosa,
la senda, que me negué en los años de brío.
Padezco en mis carnes achacosas,
el infantil anhelo, de que serás mío.



domingo, 24 de mayo de 2020

Vibra el verbo


Vibra el verbo airado,
en el aire calmo.
Vibra y solivianta al manso.
Palabras atesoradas en la cárcel de papel.
Y liberadas por la voz nítida 
que las lanza a la batalla, 
sobre el brioso corcel 
del torrente broncíneo 
del terciopelo de unas cuerdas 
que vibran airadas. 
No reprimas la embestida,
ábrete y disfruta de la voz sublime.
De la rima alambicada, 
de la miel y la hiel.

jueves, 21 de mayo de 2020

La codiciada tersura


Cuando los efímeros talentos,
nos catapultan a la estelaridad del Olimpo,
olvidamos que son mudables,
caducas destrezas,
que una vez perdidas nos forzaran a rodar,
por la empinada pendiente de la elitista cima,
que nosotros de modo veloz,
por la codiciada tersura,
conseguimos disfrutar un precario tiempo.
Perdido el brío,
Zeus, sustituye la corte,
por una nueva y fresca hornada.
Ídolos de tierno barro, que mancilla el manoseo.

domingo, 17 de mayo de 2020

El sol de la zorra


Me invade la desidia de los días iguales.
Seriado aburrimiento sin horizonte.
Esperando el sol de la zorra.
Que nos abran la puerta de esta cárcel.

martes, 12 de mayo de 2020

El dulzor


Las partidas sentencian olvidos.
Se descorre el telón de la ruina.
Y el dulzor comienza a empalagar recuerdos.
Es así como las manecillas del tiempo.
Tejen la cárcel de los edulcorados y purgados recuerdos.
Y con la galana y nacarada coraza, encaramos el futuro.
Cristo, habita entre tinieblas, en las tinieblas de mi pecho.

sábado, 9 de mayo de 2020

Tito Áurico y el fuego


El fuego purificador convirtió sus problemas en humo. Se esfumó su malestar y sólo quedó de la hacienda un montón de ladrillos humeantes, y cálidos y reconfortantes rescoldos. Tito Áurico, no supo, ni quiso enfrentar aquel problema de otro modo. Porque la libertad con demasiada frecuencia, tiene un altísimo precio, y ese era, calcinar todos y cada uno de sus irresolubles lastres.
Desde muy pequeño sintió una atracción irrefrenable por el fuego, azuzada por su madre y su manía por quemarlo todo, por borrar en la pira, todo lo que le incomodaba u ofendía. Desde muy pequeño Aurea, le enseño a bloquear lo malo, lo negativo, la catástrofe, escribiendo en un papel sus pesares y tras doblarlo con mimo, arrojarlo al fuego y contemplar como convertido en humo y pavesas, el problema había desaparecido. Tito, nunca se llevó bien con su padre que jamás vio con buenos ojos la influencia de Aurea y toda su superchería, en su primogénito, en el único vástago que le dió aquella excéntrica mujer.
Justino Áurico Vastomonte Velasco, nunca se sintió cómodo en aquella familia, su madre tampoco se ahormo bien a la severa insustancialidad de los hacendados Vastomonte. La polvorienta maraña de recato y comedimiento de aquella casta, a Aurea, siempre le dió muchísima pereza.


viernes, 8 de mayo de 2020

Bel canto


Que atractivas son las vacuas promesas.
Son plomo en las alas del infante.
Reniego del servil, porque su dueño es el vil metal.
No me turba el desprecio, ni me aleja del preciado norte.
El manatí y su bel canto, nunca me impedirán ver el escollo.


Gélido iceberg de impotencia


Los precipicios generan sombras.
A sus pies crece la hierba.
Flores estercoladas con las flaquezas.
La debilidad, es un motor potente.
La calamidad arrasa.
Y el viento levanta las pavesas.
E inclemente, nubla el horizonte.
No es valentía, es desesperanza.
Es gélido iceberg de impotencia.
Témpano de hielo que agita el alma.