Cuanto entiendo al que se aísla del mundo.
Porque se aísla de la barbaridad.
Solo, pero sin estar mal acompañado.
Lejos de la urbe de anonimato.
De la urbe de ruido e incomprensión.
Mundo que fácilmente coge una piedra para lapidar.
Lagrimas de falso tras la fatal pedrada.
No llores mi partida si no has sabido defender que me quedara.
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