Previsible comienzo.
Todo se inicia con el ímpetu de un dedo.
El ímpetu del dedo señalador.
Peligrosas marmitas de corriente salvaje.
Naufragan las más bellas construcciones.
En el entramado de enredos.
En la furia que desencadena un dedo.
En las turbias aguas de la señaladora envidia.
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