Palizas bajo la luz tenue.
Tras los velos, que desdibujan atrocidades.
Solo nos llega el murmullo del llanto del desamparado.
Palizas lejanas, radiadas por voces neutras.
Caridad de lejos, que nada implica y que nada sacrifica.
Actos para modular muy bajita la voz de la adormecida conciencia.
Egoísta confort que tan poco o nada comparte.
Monstruos que en el extrarradio de nuestra calidez cercenan derechos.
Monstruos consentidos e incluso aplaudidos, por los monstruos que en nuestro estado de placer viven muy bien.
Palizas y ultrajes tras el cortinón de nuestro lujoso salón.
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