Cuantos naufragios provoca el amor.
Bellas palomas heridas en las tardes de sol.
Corceles de jaspe que no conocen la suspicacia.
Engullida por las olas de berilo llora la princesa.
Belleza que con inocencia te vistes.
Pureza que sin reparos confías.
En el torneo de los sacrificios serás presa fácil para el altanero jinete.
Ay cautela donde te escondes.
Ay cuidado que caro te vendes.
Ojos de tierra y boca de brío robarán en el huerto sin cerca.
Virtud descuidada, delicada porcelana que con el violento traqueteo te zahieres.
Dura tan poco el paño limpio, si sin cuidado por el suelo de polvo se arrastra.
Virginidad que en el albero, entre vítores de toreros, con una sola estocada se pierde y muere.
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