Son libres los pensamientos.
Pero no son libres las palabras.
Todos debemos poner freno a nuestra lengua.
En aras de la armonía.
En aras del no rozar.
Palabras pensadas que si no frenamos son mortales dardos.
Palabras que al no decir con ellas nos autoenvenenamos.
Silencios de dolor.
Griterío de gloria.
Ara el pensamiento el pedregal donde crecerán trigo y cizaña.
Frena la boca, la malvada mala hierva que corto la diestra guadaña.
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