La orografía de las alfombras.
Cordilleras de delitos.
Montañas de cadáveres,
Cuestas y valles de ocultación.
Nada limpiáis y rugoso es el pelo de vuestras alfombras.
jueves, 12 de diciembre de 2013
Buitres
No es ya un castigo vivir en los pabellones del cáncer.
Sintiendo como crece la ponzoña.
Sintiendo como se hace verde el rosa.
Sintiendo el tormento del tiempo lento y monótono.
Me impulsan las desgracias.
Las ahorcadas letanías.
Los alaridos monstruosos de blanquecina espuma.
Me encerraron por loco.
Y me vuelvo loco encerrado.
Me señalaron las manos del estrépito.
Las bocas que todo lo cacarean.
Me enclaustro la sensibilidad al llanto.
Al hambre del inocente.
Me condenaron los pleitos pobres.
Los barcos en los que nadie se embarca.
Los infantes que no nacen.
Sí, fueron las bordadoras de trapos de santos.
Las que dan forma con hilos de oro a flores que en su vida nunca ha habido.
Concurrís a la plaza publica con la esperanza de presenciar escarnios.
Vais airadas, huecas en el paripé de vuestro pavoneo.
Buitres que intentáis parecer pavos.
Envueltas en incienso tapáis el hedor a carroña.
Mal agüero
El mal agüero de estar a la sombra del ala de un cuervo negro.
Solo por no estar enlodado.
Por vivir en la planta noble.
Por caminar erguido.
Por no sentir miedo a tu aliento de azufre.
Solo eso, ignorarte, provoca la guerra.
Y se que ya has cogido hoces, garrotes, tijeras de podar, guadañas.
Se que soñáis matarme en las escaleras de ascenso a mi gloria.
Solo por no estar enlodado.
Por vivir en la planta noble.
Por caminar erguido.
Por no sentir miedo a tu aliento de azufre.
Solo eso, ignorarte, provoca la guerra.
Y se que ya has cogido hoces, garrotes, tijeras de podar, guadañas.
Se que soñáis matarme en las escaleras de ascenso a mi gloria.
El pequeño condado
Vuelve a arremeter el necio con sus necias demandas.
Vuelve a enredar con zarzas mi sangre.
Zafio que azuzas a mi hermano contra mi.
Baladrón bodoquero, con ínfulas de convertir en reino.
Un pequeño y favorecido condado.
Vuelve a enredar con zarzas mi sangre.
Zafio que azuzas a mi hermano contra mi.
Baladrón bodoquero, con ínfulas de convertir en reino.
Un pequeño y favorecido condado.
Palabras de fuego
He abierto las ventanas al mundo.
Al frió mundo que quiero que entre en calor.
Leña al fuego.
Palabras al fuego.
Calentaré la tierra con soflamas de bondad.
Al frió mundo que quiero que entre en calor.
Leña al fuego.
Palabras al fuego.
Calentaré la tierra con soflamas de bondad.
miércoles, 11 de diciembre de 2013
La gorda
Es la gorda un tentetieso, es una mujer lustrosamente gorda, vulgar y hombruna.
Es un tarascón de anchos costillares.
Mujer de hueso ancho y una buena cobertura de manteca, que borra y hace desaparecer esos huesos.
Es un montón de carne.
Es una mujer buche, sin cuello y cabeza pequeña y redonda abultada por una maraña de pelos rubios fritos, peinados en nido de coguta.
Dios no la hizo rubia pero la potasa si.
Es una mujer tapón que crece con la estrategia del quiqui hueco, seco y fosco.
En la orondidad de su rostro destacan unos ojos azules que salvo zafiedad, nada dicen.
Es obvio que no la engorda el aire, la engorda el rumiar pienso y maldades.
No os había comentado que es una mujer corpulenta y avinagrada.
Ella dice que sabe leer, aunque ningún vocabulario tiene.
La llaman en el barrio la gorda de los cojones.
Creo que no los tiene porque dos engendros ha malparido, pero dado su estar podría tenerlos.
Es mujer que honra merece pues a sus progenitores se parece, lo ha mamado bien y rinde cuente de su vulgaridad en todo momento.
Es temible su arrolladora envestida de locomotora.
Asustan sus berridos pero es como todo cachalote torpe en movimientos.
Su oficio es limpiar lo limpio, o por lo menos limpiar hasta donde ella llega sin atorarse.
Experta en desgastar sartenes, tiende a cocinar maldades fritas, con salsa de calumnias.
Suele aparecer varada en el balcón callejero departiendo chismes y alaridos.
Difundiendo mentiras amasadas con harinas de blanquear lobas.
De la cocina de degollar corderos a la mesa camilla de cortar trajes y de allí al balcón de las soflamas arruinadoras.
Engorda en el contubernio, en la corrobla, en el comadreo y la insana envidia del que solo de la puta vieja heredo ordinariez.
Ella es el buque insignia del clan del despelleje y la guillotina.
Ella es la reina de esta corte de parásitos de anchos y fuertes tronos.
Es un tarascón de anchos costillares.
Mujer de hueso ancho y una buena cobertura de manteca, que borra y hace desaparecer esos huesos.
Es un montón de carne.
Es una mujer buche, sin cuello y cabeza pequeña y redonda abultada por una maraña de pelos rubios fritos, peinados en nido de coguta.
Dios no la hizo rubia pero la potasa si.
Es una mujer tapón que crece con la estrategia del quiqui hueco, seco y fosco.
En la orondidad de su rostro destacan unos ojos azules que salvo zafiedad, nada dicen.
Es obvio que no la engorda el aire, la engorda el rumiar pienso y maldades.
No os había comentado que es una mujer corpulenta y avinagrada.
Ella dice que sabe leer, aunque ningún vocabulario tiene.
La llaman en el barrio la gorda de los cojones.
Creo que no los tiene porque dos engendros ha malparido, pero dado su estar podría tenerlos.
Es mujer que honra merece pues a sus progenitores se parece, lo ha mamado bien y rinde cuente de su vulgaridad en todo momento.
Es temible su arrolladora envestida de locomotora.
Asustan sus berridos pero es como todo cachalote torpe en movimientos.
Su oficio es limpiar lo limpio, o por lo menos limpiar hasta donde ella llega sin atorarse.
Experta en desgastar sartenes, tiende a cocinar maldades fritas, con salsa de calumnias.
Suele aparecer varada en el balcón callejero departiendo chismes y alaridos.
Difundiendo mentiras amasadas con harinas de blanquear lobas.
De la cocina de degollar corderos a la mesa camilla de cortar trajes y de allí al balcón de las soflamas arruinadoras.
Engorda en el contubernio, en la corrobla, en el comadreo y la insana envidia del que solo de la puta vieja heredo ordinariez.
Ella es el buque insignia del clan del despelleje y la guillotina.
Ella es la reina de esta corte de parásitos de anchos y fuertes tronos.
Afrodisíaca
No me mueve el animo de entrometerme.
Ni el animo de sentirme superior.
No quiero creerme nada, no quiero creerme nadie.
Pero observando me doy cuenta del poco lodo que a mi cuerpo tengo pegado.
Y con ese engreimiento que da la saturación de mierda, la veo entrar y salir, sin modestia.
La veo recocerse en esas mallas negras impropias por edad y físico.
Lo que la naturaleza no te da la faja negra no crea.
Recinchada y sin domar, no solo es vulgar, es hipervulgar y horripilante de ver, esas piernas informes, morcillas negras, de vastos andares de guerra, de hambre, de sucias emboscadas, de penurias de entrepierna.
Urgencia e improvisación de ninfomanía y atroz calentura.
Escaramuzas saldadas en retretes, en callejones, en asientos traseros de coches con olor a orín y colillas.
Sí, no veo nada de humanidad en mi vecina.
En ese ser a caballo entre vaca y mula, con pelitaje de zorra ajada.
Ni erra el barrio que la apela puta, guarra, sórdida y afrodisíaca.
No se equivoca uno, pues nada esconde y en sus labios todo se puede leer.
Clara como el agua es su suplica y pedigüeñez.
Turbio como el cieno, es su oscuro deseo con aroma de exudado y golondrino.
Jaca de dientes postizos, que al galope cumple edad.
De afeites recios, airados, violentos.
Sombra azul para ir a la guerra.
Vivida en exceso, sin tino.
Desmedidos tragos de copas muy agrias.
Afrodisíaca te habla con su voz rota, que no aclaran las gárgaras de coñac.
Rota entre los celtas y los amargos cafés.
Los chupitos de dyc y las mamadas.
Le canta el papo a digestiones cortadas de basura y nausea.
Huyendo de la preñez en la vorágine de las lavativas de vinagre y pastillas.
Entrañas encallecidas con tanta excursión al infierno.
Es una mujer de vida domestica marcada por la prisa, por el poco aseo, los comistrajos de pie en la cocina y el hambre de callejuela.
Su mirada es raya sobre raya en unos ojos corridos y ennegrecidos, en los sueños y cosméticos pocos reparadores.
Ojos negros de negra noche y pesadillas narcóticas.
Choca que tu oficio sea limpiar, con lo poco limpia que eres.
Yo en mi modestia pienso que su vida es malvivir, en esa casa baja de humedades perennes, con olores a cisterna rota y sardinas fritas y carente de sistemas de extracción.
Olor a pesca que embriaga las escaleras.
Olor a furcia espesa a la que el hambre oscura, le impide atesorar nada.
Ni el animo de sentirme superior.
No quiero creerme nada, no quiero creerme nadie.
Pero observando me doy cuenta del poco lodo que a mi cuerpo tengo pegado.
Y con ese engreimiento que da la saturación de mierda, la veo entrar y salir, sin modestia.
La veo recocerse en esas mallas negras impropias por edad y físico.
Lo que la naturaleza no te da la faja negra no crea.
Recinchada y sin domar, no solo es vulgar, es hipervulgar y horripilante de ver, esas piernas informes, morcillas negras, de vastos andares de guerra, de hambre, de sucias emboscadas, de penurias de entrepierna.
Urgencia e improvisación de ninfomanía y atroz calentura.
Escaramuzas saldadas en retretes, en callejones, en asientos traseros de coches con olor a orín y colillas.
Sí, no veo nada de humanidad en mi vecina.
En ese ser a caballo entre vaca y mula, con pelitaje de zorra ajada.
Ni erra el barrio que la apela puta, guarra, sórdida y afrodisíaca.
No se equivoca uno, pues nada esconde y en sus labios todo se puede leer.
Clara como el agua es su suplica y pedigüeñez.
Turbio como el cieno, es su oscuro deseo con aroma de exudado y golondrino.
Jaca de dientes postizos, que al galope cumple edad.
De afeites recios, airados, violentos.
Sombra azul para ir a la guerra.
Vivida en exceso, sin tino.
Desmedidos tragos de copas muy agrias.
Afrodisíaca te habla con su voz rota, que no aclaran las gárgaras de coñac.
Rota entre los celtas y los amargos cafés.
Los chupitos de dyc y las mamadas.
Le canta el papo a digestiones cortadas de basura y nausea.
Huyendo de la preñez en la vorágine de las lavativas de vinagre y pastillas.
Entrañas encallecidas con tanta excursión al infierno.
Es una mujer de vida domestica marcada por la prisa, por el poco aseo, los comistrajos de pie en la cocina y el hambre de callejuela.
Su mirada es raya sobre raya en unos ojos corridos y ennegrecidos, en los sueños y cosméticos pocos reparadores.
Ojos negros de negra noche y pesadillas narcóticas.
Choca que tu oficio sea limpiar, con lo poco limpia que eres.
Yo en mi modestia pienso que su vida es malvivir, en esa casa baja de humedades perennes, con olores a cisterna rota y sardinas fritas y carente de sistemas de extracción.
Olor a pesca que embriaga las escaleras.
Olor a furcia espesa a la que el hambre oscura, le impide atesorar nada.
Reinos de medias verdades
Nos pierde la magnificación del poco, cuando está rodeado de nada.
Reinos de tuertos.
Reinos de cojos.
Es crudo ver quien gobierna el mundo.
Es cruda ver la referencia.
Lógica basada en erróneas premisas.
Medimos en el contexto.
Y nos pierden en el contexto.
Referencias interesadas.
Referencias del interés.
Ídolos de barro.
Pella de barro que al caer al suelo parece un ídolo.
Casualidad, querer ver y tropezar caminan de la mano.
Por un fragmento no se juzga un todo.
Reinos de tuertos.
Reinos de cojos.
Es crudo ver quien gobierna el mundo.
Es cruda ver la referencia.
Lógica basada en erróneas premisas.
Medimos en el contexto.
Y nos pierden en el contexto.
Referencias interesadas.
Referencias del interés.
Ídolos de barro.
Pella de barro que al caer al suelo parece un ídolo.
Casualidad, querer ver y tropezar caminan de la mano.
Por un fragmento no se juzga un todo.
El ciclo del ceder al terror
El hambre en la vida es un ciclo irredento.
Las fieras solo están apaciguadas si estan saciadas.
Acostúmbrate a ser atemorizado periódicamente.
A ser agredido periódicamente.
A satisfacer los caprichos y el hambre del que te extorsiona.
La liberación está en hacer desaparecer a la fiera, la fiera del terror.
Los terroristas son alimañas que periódicamente demandan.
Y quien cede y consiente se esclaviza al terror.
Mi muerte es tu muerte.
Mi negativa tu aniquilación.
Las fieras solo están apaciguadas si estan saciadas.
Acostúmbrate a ser atemorizado periódicamente.
A ser agredido periódicamente.
A satisfacer los caprichos y el hambre del que te extorsiona.
La liberación está en hacer desaparecer a la fiera, la fiera del terror.
Los terroristas son alimañas que periódicamente demandan.
Y quien cede y consiente se esclaviza al terror.
Mi muerte es tu muerte.
Mi negativa tu aniquilación.
Santa Catalina
Busco refugio muy lejos, en el valle de Santa Catalina.
Bajo los anaranjados caquis.
En le fragor del huerto.
Donde no lleguen los adoradores desatinados.
Que aprietan los puños para con saña golpear.
Correligionarios de la ira.
Fieles de misas negras y de cánticos injuriosos que provocan sollozos.
Hervís en la calentura febril de vengar.
Vengar un estado del que salvo vosotros nadie es culpable.
Un estado de desgracia debida a vuestra espiral de violencia y logros en el sin esfuerzo.
Rendís metas en el hurto.
En el ultraje.
En la usurpación.
Pero no rendís lo puro, el alma.
Rendís cuerpos y voluntades pero no la gema bella, rubí motor.
Habéis elegido ser temidos.
Y esa única entrega o rendición os provoca caos, furia y exasperación.
Bajo los anaranjados caquis.
En le fragor del huerto.
Donde no lleguen los adoradores desatinados.
Que aprietan los puños para con saña golpear.
Correligionarios de la ira.
Fieles de misas negras y de cánticos injuriosos que provocan sollozos.
Hervís en la calentura febril de vengar.
Vengar un estado del que salvo vosotros nadie es culpable.
Un estado de desgracia debida a vuestra espiral de violencia y logros en el sin esfuerzo.
Rendís metas en el hurto.
En el ultraje.
En la usurpación.
Pero no rendís lo puro, el alma.
Rendís cuerpos y voluntades pero no la gema bella, rubí motor.
Habéis elegido ser temidos.
Y esa única entrega o rendición os provoca caos, furia y exasperación.
La casa
Nadie muere en esta casa.
A todos nos llevan fuera a morir.
Es un deseo no escrito de estas cuatro paredes.
Ni en ella nacemos, ni en ella morimos, solo en ella vivimos.
Aquí ni llegan, ni se despiden trenes.
Que caprichosa es la casa matriz con sus inquilinos.
Nos consiente disfrutarla pero con sus normas.
Caridad fue la última en vivir y no morir en la casa.
Tres días antes se sintió mal y se fue a casa de Tita.
La casa de tita esta en la plaza mayor, es más pequeña, más cálida y acogedora.
Siempre ha sido la casa de las llegadas y las despedidas.
Allí se fue Caridad y se fue Tita y se marcho Julian o salio de allí para irse.
Ahora yo vivo en la casona con mis padres.
¿Como sera nuestra partida.?
La casa de Tita ahora esta vacía, a veces la ocupa mi hermano, pero ya no es tan cálida.
¿Hará una salvedad la casona con nosotros.?
Ya no esta Tita para darnos consuelo, para darnos su bello nombre, Inés María del Consuelo.
Creo que la casa matriz ya lo tiene todo organizado y ni se sorprenderá, ni nos sorprenderá.
Es una casa que tiene claro que no quiere tener espíritus.
Es caprichosa y no quiere que sin razón chirríen las puertas, crujan las vigas, ni aparezcan manchas inexplicables en los espejos, ni corrientes de aire frío que te hielen la nuca.
Nos hemos sometido tanto a los designios de la casa, que vivimos en ella, como ella nos dicta.
A todos nos llevan fuera a morir.
Es un deseo no escrito de estas cuatro paredes.
Ni en ella nacemos, ni en ella morimos, solo en ella vivimos.
Aquí ni llegan, ni se despiden trenes.
Que caprichosa es la casa matriz con sus inquilinos.
Nos consiente disfrutarla pero con sus normas.
Caridad fue la última en vivir y no morir en la casa.
Tres días antes se sintió mal y se fue a casa de Tita.
La casa de tita esta en la plaza mayor, es más pequeña, más cálida y acogedora.
Siempre ha sido la casa de las llegadas y las despedidas.
Allí se fue Caridad y se fue Tita y se marcho Julian o salio de allí para irse.
Ahora yo vivo en la casona con mis padres.
¿Como sera nuestra partida.?
La casa de Tita ahora esta vacía, a veces la ocupa mi hermano, pero ya no es tan cálida.
¿Hará una salvedad la casona con nosotros.?
Ya no esta Tita para darnos consuelo, para darnos su bello nombre, Inés María del Consuelo.
Creo que la casa matriz ya lo tiene todo organizado y ni se sorprenderá, ni nos sorprenderá.
Es una casa que tiene claro que no quiere tener espíritus.
Es caprichosa y no quiere que sin razón chirríen las puertas, crujan las vigas, ni aparezcan manchas inexplicables en los espejos, ni corrientes de aire frío que te hielen la nuca.
Nos hemos sometido tanto a los designios de la casa, que vivimos en ella, como ella nos dicta.
Picón
Braseros de picón para calentar jamones.
Repletos de cabrillas.
Abrigados con mantas de grasa para no perder calor.
El calor del infierno de las entrañas.
El calor del mal.
Calor frena calor.
Furia frena furia.
Repletos de cabrillas.
Abrigados con mantas de grasa para no perder calor.
El calor del infierno de las entrañas.
El calor del mal.
Calor frena calor.
Furia frena furia.
Arena de mármol
El temblor de la primera vez.
Los latidos febriles de la primera vez.
Los primeros granos de arena que caen lentos e importantes en el reloj de la iniciada vida.
Son los primeros granos del desierto del futuro.
El temblor de la última vez.
Del estrépito del último grano.
Silenciado en el sueño narcótico de los paliativos.
Pesada arena de plomo.
Arena de mármol.
Lagrimas de arena.
Desierto de mármol.
Sobre el que la caída del último grano de arena mata.
Los latidos febriles de la primera vez.
Los primeros granos de arena que caen lentos e importantes en el reloj de la iniciada vida.
Son los primeros granos del desierto del futuro.
El temblor de la última vez.
Del estrépito del último grano.
Silenciado en el sueño narcótico de los paliativos.
Pesada arena de plomo.
Arena de mármol.
Lagrimas de arena.
Desierto de mármol.
Sobre el que la caída del último grano de arena mata.
Suplicas
El amor no obliga.
Pero cuando se cansa de no recibir pide.
Suplicas de enamorado.
Suplicas de amante.
Suplicas de amor doliente.
Suplicas de amador que de amor pasa hambre.
Pero cuando se cansa de no recibir pide.
Suplicas de enamorado.
Suplicas de amante.
Suplicas de amor doliente.
Suplicas de amador que de amor pasa hambre.
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