martes, 4 de febrero de 2020

Librada Gonzalez


Eustaquia de la Caridad Santa Cruz Benavides, era oriunda de Canarias, en concreto de Gáldar.
Ella, estaba enamorada de su propia oscuridad, de su vil infierno, de todos y cada uno de los demonios que la habitan. Era una miserable, que se dedicaba a echar las cartas y a ahuyentar malos augurios con el humo, de unos apestosos puros que ella misma liaba. 
Embaucar era algo, que esta extridente señora, dominaba a la perfección, sabía decir lo conveniente, lo obvio, sabia generar conflictos y abonar la dependencia, la necesidad de acudir a ella para tomar decisiones, para vivir.
En la Plaza de la Candelaria, tenía su casa y su consulta, en Cadiz, ella se había hecho un hueco entre las adictas a la superchería.
Le cantaba el papo a cenicero, pero aun así sus prédicas tenían mucho eco. Era muy diestra, en utilizar las hondas miserias que hay tras todas las acicaladas fachadas, en provecho propio.
La hija de Eustaquia, Librada Gonzalez Santa Cruz, creció jugando en aquella plaza y amenazando a los chavales con las brujerías de su madre. Creció como un marimacho. Era de aspecto desaliñado, y no se notaba nada el esmero que ponía su madre acicalándola y haciéndole caros vestiditos a medida; que claro está, que ella, con su cara mortecina y su electrificada melena, deslucia.
La Canaria, como la llamaban en Cadiz, llegó preñada a allí. Ella, decía que acababa de enviudar y seguro que así sería. Llegó a La Tacita de Plata, porque tenía en la Plaza de las Candelas, una tía, Segismunda Benavides Becerra, viuda de un capitán, que ni tenía hijos, ni tenía amistades, dado su carácter rancio y desabrido. En casa de Segismunda, se plantó, apunto de parir, y nada más llegar empezó a echar las cartas a las vecinas y de ese modo se corrió la voz, y convirtió la casa de la siesa, en un verbena, de tanto entrar y salir gente.
Librada, nació un treinta de abril, día en que Séneca y Lucano, fueron obligados, por Nerón, a suicidarse. La bautizó en la Iglesia del Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad y la llamó Librada, porque esta Santa, es la patrona de la mujeres mal casadas. El nombre del velorto, ya nos estaba dando pistas sobre ella, y sobre su llegada a Cadiz.

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