lunes, 10 de febrero de 2020

Agustina Vibiana Montgomery Brusi


La bautizó, el Obispo de Monterrey-Los Ángeles, en la Catedral de Santa Vibiana. Monseñor John Joseph Cantwell, cristianizó a la niñita, delante la efigie de cera de la Santa romana del siglo III; Santa, martirizada el 31 de agosto, justo tres días más tarde del solemne bautizo de Agustina Vibiana, nombre que pusieron a la primogénita de los acaudalados Montgomery Brusi.
Los Brusi, como los conocían en Santa Bárbara, eran propietarios de los Viñedos Delfino, de origen italiano, llegaron a California a principios del siglo XIX, tres hermanos que trabajaron muy duro para comprar aquellas tierras y comenzar a producir un lambrusco muy estimado en la zona.
Con malas artes se construyen imperios rápidamente, pero trabajando duro se tarda mucho más. Esa era la diferencia entre los Brusi y los Montgomery, el dispar origen de sus fortunas, que ahora estaban unidad.
Los Montgomery, llegaron de Irlanda, un siglo antes y se dedicaron a prestar dinero, su fortuna fue rápida y luego fueron estudiando derecho, fueron jueces y políticos; y el poder, genera mucha más riqueza y eso eran los Montgomery, clase alta de Santa Bárbara.
La belleza de Livia, obró el enlace, y que la joven no tenía las manos vacías. De este modo, dos familias católicas, se unían en la fe y en el porvenir.
Agustina, comenzó su andadura, de la mejor forma posible, ungida el día 28 de agosto, día de uno de los grandes doctores de la Iglesia Católica, apadrinada por Delfino Brusi, tío soltero de Livia Delfina Brusi, y por Dolores Montgomery, tía soltera de Erwin Montgomery.
En el tablero de la vida, sólo ha un Rey, y todas las demás figuras desempeñan roles para el éxito de la pieza clave, pues preservarla del jaque mate, es el éxito de la estrategia coral que es generar un linaje y legal para poder seguir jugando y vencer. Las grandes familias, no necesitan ser numerosas, ellas, no traen al mundo soldados, ellas, dan a luz generales, de nada vale tirar el grano en un pedregal, por eso, las estrategias de estos clanes eran construir comúnmente, y sólo sembrar en el terreno adecuado, por eso el clan irlandés y el italiano, estimaban en extremo la soltería y evitar sobremanera la dispersión.
Tras el éxito no hay frenesí, sólo calculo, calculo y calculo.


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