jueves, 9 de enero de 2020
Carla Lombardi
Carla Lombardi, era una analfabeta, era una inculta, cresta de una ola que hacía ya mucho tiempo que se había evaporado.
Así solía decir ella, cuando alguien le entregaba algo que leer:
- Estos papeles ingratos, cuantos dolores de cabeza me dan.
La lozanía se puede permitir ser vulgar, pero ser vulgar en la ancianidad, no tiene perdón de Dios.
En Carla, se disipó rápido la frescura, su alambicada perversión borró pronto de su rostro la candidez.
Carla, era una vulgar Lolita, una repintada muchachita, que no titubeaba a la hora de comprometer a hombres de la edad de su padre y más.
Carla, nació en La Pencona, hija de una mujer de mala vida, que no llegó a querer, ni a conocer bien, Tampoco Cipri, llegó a atisbar el desparpajo de su niñita.
Cipriana, La Torrezna, como la llamaban en el barrio pesquero, nada bueno inculcó a La Lombardi. Que era una putita con las artes de su madre, con las que llegó muy lejos, eso sí, sin aprender a leer en ningún momento.
Y paradojas del destino, ella que se había reído de todo y de todos, probó su propia medicina por culpa de los ingratos papeles, como ella los solía llamar.
Ella toda su vida se sirvió de su carnosa voluptuosidad, para apresar incautos a los que desplumar. Y en la vejez, cuando más lo necesitaba, ella, fue presa de un engaño que la desplumo, por lo ingrato y contraproducente que es no saber leer.
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