jueves, 30 de enero de 2020

Jorko


Máximo Jorko, sabía que la vida es perseguir un tren, caminar por los raíles buscándolo, pero teniendo muy claro, que en una bifurcación, a ciegas, hay que elegir.
Jorko, como lo apodaron en la cárcel, había seguido muchos caminos de hierro que no tenían salida.
Se formó en las calles, en el deambular constante buscando un norte que le era esquivo.
Todo le había pasado a él. Él, iba atrayendo que le pasara de todo, era el pararrayos de las mil tormentas.
Había que reconocer que, Máximo, tenía habilidades, múltiples destrezas. Abandonaba empresas por el mero hecho de que no lo hacían feliz.
Su carácter locuaz lo hacía atractivo, seductor y le granjeaba la posibilidad de mimetizarse con múltiples entornos y extracciones sociales.
Así terminó en la cárcel , cuando trabajaba en la Sala Strada, de ventrílocuo, con su espectaculo "Máximo y los Máximinos". Le culparon a él, de la muerte de Didi Albamar, una bella corista que estaba relacionada con Marcos Velarde, un conseguidor de la noche. Cuando Max, sólo había encontrado el cadáver, por esa razón sus huellas estaban en el arma y en la escena del crimen.
Tres años pasó encerrado por algo que el no había cometido, hasta que un rival, declaró que fue Velarde, quien asesinó a Albamar, por celos y alguna que otra cuenta pendiente. Autissier, aportó pruebas que incriminaban a Velarde y así es cómo pudo salir del presidio, por un ajuste de cuentas entre el hampa de la noche de Madrid.
Allí fue donde un checo que compartia celda con él, le puso el mote de Horko, que significa calor, y de la H a la J, sólo hubo un vulgar paso. Máximo Obdulio Rolander Cava, se sintio identificado con aquel apelativo y lo adoptó como sobrenombre para el resto de su vida.



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