viernes, 28 de septiembre de 2012

Ya nunca saldré de aquí

El ascenso helicoidal, me aturdirá sutilmente, el ritmo lumínico de tus angostas ventanas también contribuirá. Casa de apagadas y tildantes arañas. No es frió, es distancia. El suelo hidráulico, de arabescos cruzados e infinitos, también juega su papel. Soy presa de tu abigarrada atmósfera, de penumbra y nula sobriedad. Me resisto a tu indolencia y en el resistir rindo mi plaza. No necesitas ejer
cito en tu casa, son tus inmóviles panoplias, agazapadas en lo oscuro del salón las que me han atemorizado. Todo en ti me aturde, todo en ti me embriaga, reina de selvas de objetos extraños, de densos ambientes y plúmbea y cenicienta luz. Se que tras el ascenso, ya nunca saldré de aquí, en tus estancias me esclavizare y en los letánicos y babélicos ritos de tu culto me alienare.



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