Hurga el desasosiego en la emotividad de mi ruina.
Es un viento ululante el que mece mis acacias.
Paisaje de invasoras que embriagan todo mi ser.
Lloro y mi llanto las alimenta, río y su fragor amarillento me empalaga.
No se pierde esa bella cizaña que todo lo enturbia
Y sus raíces clavan y socavan los cimientos del descanso en mi neblinosa morada.
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