Es la soledad un paseo maldito.
Es un pasillo ancho en la multitud que abarrota la plaza.
Acompañan a la soledad los violentos salivazos.
Los improperios que la marea de las crueles lenguas hace varar en nuestra costa.
Forzados a transitar entre enemigos, entre falsos amigos.
Erguidos cipreses que se alimentan de muerte.
Camino de maldiciones y maledicentes.
De caricias que solo buscan hurgar en las llagas.
Es mi espirito fuerte pero ya no soporta tanta traidora piedra.
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