No son dichosos los que mueren en la guerra.
Solo son carne ultrajada al servicio de fines poco nobles.
Huelen mal, sin poesía y sin lagrimas, solo alaridos de desesperación.
Solo ira por no entender que no tiene nada de elevado matar, dejarse matar.
Morir en la flor de la vida, sin sentir el calor de la mano suave.
El beso de la madre fiel.
El miedo es ya una erosionada roca, es arena de pecados.
Es una tormenta de sinsentidos que atenaza y ahoga.
Si fuéramos heroes nos recordaría la historia, nos edulcoraría el futuro
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