Demasiado respeto tenemos al faltón.
Al ignorante que osadamente ante lo que no abarca esputa improperios.
Improperios de totalitario.
Gratuitas descalificaciones de majadero.
Y el faltón con tanta educada cortesía se nos sube a las barbas y nos orina vulgaridades en la boca.
Sistema absurdo que cree que exponiendo la mano al mordisco del burdo le volverá a florecer el roído muñón.
Somos lo que consentimos y morimos a manos del sectario cuya agresividad y violencia toleramos.
Hay que ser queridos, pero si quieres que no te avasallen procura ser temido.
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