A veces tras las caritas lindas no está el cielo.
Nos venda los ojos la sonrisa y nadamos en la pleamar de las resacas.
Y nadamos lejos de la costa y sin hacer pie.
Y nadamos en el frío para alcanzar la promesa de la cegadora sonrisa.
Muchas veces la estafadora es una mujer de buena esperanza y bella.
Mujer a la que seguimos ciegamente con fe.
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