domingo, 29 de diciembre de 2019
Las maneras innatas
Las maneras innatas, siempre le habían dado dolores de cabeza, no le abandonaron nunca.
A su memoria venían de modo recurrente, aquellas sensaciones que de pequeño le invadieron una vez, cuando jugando al escondite en casa de su abuela Frasca, la madre de su padre, se escondió con su primo Matías en un armario, su primo en el fondo del ropero y él delante, sintiendo en sus frescas nalgas el abultamiento de la entrepierna de su primo, sintiendo una extraña sensación de placer, como aquella protuberancia en el pantalón de su primo, le hizo sentir eternos aquellos minutos de descuidado roce, de divina e inconsciente presión.
Matías, fue su primer amor, su primera obsesión, a la que le seguirán muchas más. Pero como primera ilusión había dejado una huella indeleble.
Matías, era alto, catorce años como él, era atlético, dorado, y su abultamiento, su adorado paquete, era prominente, magnético, era imposible no reparar en él. Ahí fue cuando Manuel, comprendió que él no tenía ningún interés en saber que tenían debajo de sus braguitas sus primas, él sólo tenía interés en la picha de Matías, esa que por unos instantes se frotó contra sus nalgas, por accidente, por casualidad, quien sabe porque, en el interior de un oscuro armario, en aquellos segundos gloriosos, hasta que los sacó de aquel ensimismamiento su prima Raquel.
Su primo favorito, su amor, creció y se distanció de él. Y siguió soñando con él, hasta el día de su boda con la ridícula y pánfila de Isabel Valencia. Fue entonces cuando comprendió que él había salido del armario, sus maneras le habían forzado a salir, pero su primo el divino Matías, aun estaba dentro de él. Fue en esa boda, en el baño del restaurante, cuando coincidió con Matías y sin mediar palabras, se encerraron y el roce de la infancia pasó a mayores, y Manuel pudo saborear la polla de sus desvelos y lamer aquellos huevos gordos y morenos y sentir las endiabladas embestidas y los silenciados gemidos, Comprendio que habia perdido mucho tiempo, que él no engañaba a nadie, pero que su adorado primo engañaba a Isabel.
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