En la delicada pereza que me aturde estos días me reconforto, están menguadas mis fuerzas, y en la desidia del reposo me abandono, postergando hasta mis ingestas. Como es el otoño de postrante, como es la rendición ante la inminente calamidad. Siento, y en el sentir me desordeno. Desnortado y caduco como hoja de bellísimo castaño, ruedo por las tierras húmedas, fértiles y pardas, esperando la asimilación, la desaparición enriquecedora del ciclo inexorable de la vida.
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