Anclado por al conciencia, no me redime el señor de los cuervos.
Atado por el escuchar, por mi tormentosa receptividad.
Liado por el estar pendiente, atento, al ruego, a la queja, a la pesadumbre de otros.
El drama de mis emisores, me LLaga.
Lloro con su mensaje y quiero acompañarles en su desdicha.
Multiplico por mil mi sufrimiento por el atroz defecto de saber escuchar.
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