Me marcharé, cruzando la inmensa llanura, arrasada por los ardientes amarillos.
El calor borrará mis pasos y no podre volver, es imposible el regreso, el olvido.
Necesito tanto caer en unos tiernos brazos, rendirme en un protector regazo.
Pero no, dominaré los impulsos, que la urgencia de complacer instintos hará que vuelva a errar, y no estoy preparado para soportar un nuevo abandono, un nuevo llanto, que no por tantas veces experimentado es menos lesivo, menos hiriente, menos desestabilizador.
Hoy cruzaré la llanura y mañana si las fuerzas me lo permiten procuraré no llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario