Son solo siete piedras, siete pitagóricas piedras. En el empinado valle en uve, cuatro puentes se hacen compañía y vencen el vado a distintas alturas.Las anaranjadas mandarinas ruedan inestables sobre el mármol blanco. En la propicia ara que los limos matificar y reclaman como propia entono una letanía, con la fe de ser oído en la hornacina aflorada que reclama un sacrificio, te pregunto si eres tu el santo mártir que derramara su sangre por el merino místico El barroco me agobia, y los lodos que me opacan, acentúan el fulgor de la daga que se yergue, entre el murmullo de plegarias .Lloraran los cielos y devolverán a los peces el altar aflorado, será una inútil expiación. Donde están los fieles que en procesión cruzaban puentes para cumplir promesas. Polvo al polvo, limo al limo, muerte a la vida y recuerdos al olvido. Cobijado bajo la venera de la fertilidad esperaré el fecundo mañana.
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