Que rinda tu abrazo de arena.
Que cuando ella te abrace se hará balance.
Caricia fundente, que con su fuerza estruja buenas acciones.
Y fertilizando el campo de ortigas, bajo las palabras de olvido que en el mármol se descomponen.
Asumiremos el descuido, como la atmósfera del nuevo reino, en la calma de hortensias y secos laureles.
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