Las bellísimas mariposas, en tropel, libarán tu sangre, vertida en innecesario sacrificio.
Con la última puñalada, la mortal, te desangrarás a borbotones y se te escapará el alma, en el frenético torbellino del aleteo de las regias mariposas.
Muerta la perfección, la fealdad ocupará su sitio.
Nada cambia, todo discurre, todo se olvida, y a quien te apuñalo, pondrán un altar y todos tus méritos a él se los atribuirán.
Tras el falso brillo del gaznapiro cabrón, está el sol.
Aparta el becerro dorado y lo veras.
Que no te ciegue el brillo del strass, es un brillo conferido, es generosidad del sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario