domingo, 7 de octubre de 2012

Nada me nubla

Sonara la calacuerda retumbando en los verticales muros del valle.
Frondoso microclima de dolor y de agrios huertos de naranjos.
En tu fidelidad de albatros reposare.
Nada teme a quien el afecto le protege.
Pretendiste mi preternaturalización.
Pero mi certero golpe de alfange, amputo la mano hostil.
Ni el barbero destizna tu cara, alma negra de cara recia y negra.
Zancadilleare la fortuna de tu anular.
Tras el desplome, nada me frena, nada me nubla, nada me impide ganar la batalla.


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