Su mirada hizo un barrido sobre el, cayeron sus parpados, y sus enormes pestañas araron el aire. Volvió a abrir sus ojos punzantes de terribilidad y le volvió a repetir acuchillándole con su durísima mirada, eres un sinvergüenza. Se giro sobre si mismo como el solo sabe hacer y con displic
encia y desdén se aparto de el, declarando sin decirlo el nuevo estado en el que entraba, "apestado".
Nos marchamos, y la altisonante palabra durante las siguientes horas retumbo lesiva en el aire del abandonado espacio.
Nos marchamos, y la altisonante palabra durante las siguientes horas retumbo lesiva en el aire del abandonado espacio.
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