Cortara el arado el reseco páramo, mientras la matrona con elefantiasis vigila, borracha de calor bajo una encina. Tu viciada semilla nunca germinara, los grajos astutos y enlutados, para mi regocijo, rendirán buena cuenta de ella. Tu monstruo guardián, torpe en movimientos no los podrá espantar. Le gritara a tu bestia voluminosa que a la sombra se cuece; las palabras borradas no existen, las paginas arrancadas no se leen y distorsionan y entorpecen la lectura. Mil gracias salvíficos córvidos por diezmar el grano nuciente. Mil gracias agoreras criaturas que me ahorráis cosechar el ponzoñoso fruto de esta ralea.
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