lunes, 1 de octubre de 2012

El lesivo equilibrio del desequilibrio

Al incendiario sol me abandonaré, en la arrasada pinillanura de mis afectos lloraré, con la tranquilidad de que la tórrida brisa, mi aliada, con exquisita rapidez evaporará mis salobres lagrimas. Privando a mis enemigos del placer que les supondría verme rendido, mortal, débil, vulnerable, humano. Sé que en este agotador paseo por el páramo me arañaran las tiznantes zarzas, pero erguido caminaré y lloraré. El lesivo equilibrio del desequilibrio, que solo yo y la brisa sentiremos en la calcinación de la bella y gris ruina.


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