Y los ángeles perdidos en el laberinto de la indolencia, no podrán cambiar las claves del mundo, del tortuoso arco en el que descansa el viciado orden, la piedra angular de la ponzoña. Dinamitaré el estadio que alberga el nuevo circo que os aliena, Roma no paga traidores y el celestial orden no soporta mas parásitos. En un abrir y cerrar de ojos el velo se rasgará y las alharacas hueras serán arrasadas por los sin vicio, por los sin macula, por los sin estigma primigenio o postrimero. Dios mio que el fulminante rayo haga ya de una vez tabula rasa.
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